Decía Horacio, en la Epistola ad Pisones, haciendo mención a un híbrido de mujer y pez como a un sujeto cómico: "...Si en pez acabase lo que es una hermosa mujer por encima, ¿Aguantaríais la risa?". Nuestro amigo Pablito, recientemente titulado como ya sabéis, se sintió avergonzado cuando a sus amigos contó que había visto una sirena. Ante tanta carcajada, un viejo buzo emergió de las aguas y subió al barco donde los compañeros buzos se afanaban en cambiar las botellas para volver a tirarse al mar. Entonces el viejo buzo habló de la Leyenda de Jasón y los Argonautas, aquellos marineros que encantados por las voces de las sirenas estuvieron a punto de encallar. Contó también cómo Ulises preparó a su tripulación para evitar la música de las sirenas tapándoles los oídos con cera y atándose él mismo al mástil para evitar verse arrastrado por la dulce melodía de estas preciosas sirenas.
Y tenía razón el viejo buzo, las sirenas en la literatura y mitología griegas se muestran como monstruos que seducen y raptan hombres ayudados por dones con los que Hermes había adornado a la mujer. La mentira, y la intriga, los cantos y los hechizos, son los medios que las ayudan en la seducción "según el mito".
Pablito estaba asombrado y apenado a partes iguales. Asombrado de que nadie más que él la hubiese visto y apenado por ser el único al que las sirenas no habían intentado arrastrarlo hasta ellas con esa dulce voz de la que todos hablaban, mucho menos con mentiras y engaños... él se hubiese dejado engañar, faltaba más. Ya quisiera él (pensó para él mismo) que las voces de las sirenas sonaran en sus oídos como sonaron en los de Ulises. El viejo buzo dijo que jamás en las cerca de mil inmersiones que llevaba realizadas, jamás... había visto sirenas. Las únicas sirenas que había visto habían sido unas sirenas underground que vio en el metro de Amsterdam.
Todos rieron. El viejo buzo contó que en el año 2009, las autoridades de GVB Ámsterdam (transporte público de la ciudad), decidieron dar una lavada de cara a los vagones grises de su metro y llenar los fríos y metálicos corredores con maravillosas Sirenas Underground pero ninguna otra sirena se le había cruzado por el camino.
Otro buzo que allí se encontraba dijo que él también había visto una, en Madrid, una escultura de Antonio Parera de una Sirena cabalgando sobre un delfín. Pablito estaba a punto de perder los nervios. Decidió que no volvería a hablar del asunto mientras montaba su regulador Cressi Elipse Black MC5 en la botella, se ponía sus aletas Cressi Frog Plus y preparaba su máscara Cressi Big Eye Evo para volver a saltar al mar. Ante su silencio, sus compañeros le animaron a contar, ya que había sido tan afortunado, cómo era dicha sirena. Pablito dudó por unos segundos. Pensó y meditó cómo podía describir semejante ser tan bello. Balbuceó... "Pues... como un pez... mucho más bonita que un pez". Los compañeros se miraron y riendo se tiraron al agua. Pablito buscó a su compañero de buceo pero éste ya había bajado... así que Pablito alcanzó el cabo de fondeo y empezó a descender mientras compensaba los oídos. Cuando ya llevaba varios metros una sombra pasó sobre su cabeza. Pablito pensó que se trataba de su compañero que había venido por él. Miró hacia arriba viendo una silueta.
!Era ella otra vez ! Su corazón comenzó a palpitar y su respiración se hizo cada vez más rápida. Pero dominó su fascinación. Recordó que la cantidad de aire que tenía en su botella dependía en parte de cómo lo respirase, así que inspiró y expiró profundamente porque quería tener el aire suficiente para poder pasar el mayor tiempo posible contemplando la sirena. Por un momento quiso subir rápidamente a la superficie y llamar la atención de la sirena pero recordó que no podía subir rápidamente, tenía que subir lentamente para permitir a su organismo deshacerse adecuadamente de las burbujas de nitrógeno. Y aunque nervioso y ansioso, Pablito, que es un profesional porque se ha titulado en Sevilla Bajo El Mar, logró dominar su ímpetu y la contempló desde allí mientras subía lentamente para poder alcanzarla. Cuando llegó, ella ya no estaba allí. Miró a la costa, en las rocas, metió la cara con las gafas en el agua pero solo veía sus aletas en el agua cristalina. Apenado otra vez, se dispuso acercarse al barco cuando sobre una roca la vio peinándose los cabellos. Sólo fue un instante antes de verla saltar al mar. (By Corny)
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