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viernes, 13 de mayo de 2016

(1535-1715) La búsqueda de la inmersión más larga


En 1535, Gugliemo de Loreno desarrolló la que se consideró la verdadera campana de buceo, consiguiendo completar una hora de inmersión.

En 1616, Frank Kessler inventa, sobre la base de la campana de Loreno, la campana de observación, con una forma que permitía caminar por el fondo marino a la vez que lo exploraba.

En 1677 se utilizaba la “Campana de Cadaqués” para recuperar oro de los barcos hundidos.

En 1680, Borelli diseñó lo que pudiera ser la antecesora de la actual escafandra. Se trataba de una enorme bolsa de cuero donde el buzo podía transportar su provisión de aire, introducida con un émbolo. La cabeza debía meterse en la bolsa, que llevaba una ventanilla, y para los pies había unas aletas en forma de garras, para adherirse al fondo del mar. Posiblemente, este aparato nunca llegó a emplearse.



La construcción de campanas mejoró a fines del siglo XVII, sobre todo cuando se logró comprender que el aire de su interior debía renovarse. Este descubrimiento fue aprovechado por el famoso astrónomo inglés Edmond Halley en 1690, quien logró introducir aire desde el exterior a través de un tubo conectado a unos barriles.

En 1715, John Lethbridge construyó el primer traje de buceo cerrado. El agua entraba a partir de los 22 metros pero, a pesar de ello, fue todo un éxito.


D. Juan Ivars Perelló autor del libro Historia del Buceo (Su desarrollo en España) editado en 1988

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