Se dice, se cuenta, se rumorea que hubo barcos que zarparon y desaparecieron y otros que fueron descubiertos en medio de los océanos sin saber su procedencia... sucesos inexplicables que han sido transmitidos de generación en generación y que han dado lugar a las leyendas de los Barcos Fantasmas... El capitán del Herald aún dormía cuando el grito del vigía le despertó. Sobresaltado se calzó y subió a la cubierta mientras se ajustaba la gruesa chaqueta. El frío viento le helaba la cara. Acudió junto al vigía y le quitó el telescopio. La tripulación se había acercado también. A unos diez kilómetros de distancia tres mástiles asomaban tras un iceberg. El capitán miró a su tripulación y miró al vigía devolviéndole el telescopio. Ordenó acercarse al barco mientras todos observaban al buque con sus velas rotas meciéndose en silencio. Gritó, pero nadie del aquel misterioso buque asomó en cubierta. El capitán del Herald se volvió hacia su tripulación. "¡Bajad la lancha!" gritó "voy a acercarme". La tripulación permaneció inmóvil. El capitán del Herald los miró allí inmóviles. "¿No me habéis oído? ... marineros supersticiosos (balbuceó)". Él mismo empezó a bajar la lancha y dos de sus hombres acudieron por fin a ayudarle. Finalmente ocho de sus hombres le acompañaron al encuentro con el buque. Al llegar hasta él, el capitán pasó su mano por la zona donde se adivinaba el nombre del buque, arrastrando la escarcha y descubriendo el nombre del buque, Octavius. El capitán del Herald lo nombró en voz alta una vez y luego lo repitió para sí mismo en voz baja. El viento empezó a silbar subiendo de intensidad. Sonaba el crujir de la madera ahogada por el silbido. El capitán del Herald subió al Octavius junto con cuatro de sus hombres. Éstos apartaban la nieve acumulada para poder seguir avanzando. Abrieron un estrecho camino que conducía hacia los camarotes. Finalmente el capitán del Herald fue el primero en bajar. Le seguían dos de sus hombres. El capitán del Herald no olvidaría jamás la escena que lo dejó sin habla. Sus hombres volvieron arriba tras santiguarse. El capitán del Herald sin embargo permanecía inmóvil observando el camarote. Una mujer yacía muerta con los ojos abiertos observando hacia el frente. El capitán siguió la dirección de su mirada hacia un bulto sobre el que había pieles y telas. Con cuidado levantó éstas descubriendo a un niño abrazado a un perro. Ambos parecían dormir plácidamente. El capitán del Herald volvió a poner las ropas tal como estaban. Sus ojos llenos de lágrimas buscaban en la estancia. Una puerta permanecía entreabierta hacia otro camarote. Allí pudo encontrar sentado ante su escritorio al capitán del Octavius. Su mano derecha aún agarraba la pluma. Su mirada aún estaba fija en el escrito donde el capitán del Herald pudo leer lo siguiente. "Hasta ahora hemos estado atrapados en el hielo por 17 días. Nuestra posición aproximada es Longitud 160 O, Latitud 75 N. El fuego finalmente se extinguió ayer y el maestre ha estado tratando de encenderlo otra vez pero sin mucho éxito. Le ha dado la piedra a uno de los marinos. El hijo del maestre murió esta mañana y su esposa dice que ya no siente el frío. El resto de nosotros no siente lo mismo en esta agonía".
jueves, 5 de mayo de 2016
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