El mar cubre cuatro quintas partes de la superficie terrestre y ha sido escenario de la historia de la humanidad desde sus inicios. Es por ello que el patrimonio cultural subacuático tiene no sólo una gran importancia cultural, sino también una enorme variedad. A lo largo de los siglos, las olas han engullido miles de barcos, ciudades e incluso paisajes enteros, y sus restos constituyen un patrimonio de gran valor. En los últimos años, este patrimonio ha suscitado un interés cada vez mayor tanto entre la comunidad científica como entre el público en general. El patrimonio cultural subacuático debe protegerse, puesto que se trata de una valiosa fuente de información histórica con unas características únicas.
Se denomina pecio (del latín posclásico, pecia opetia, o en bajo latín pecium o petium, ‘fragmento o pieza rota’) a los restos de un artefacto o nave fabricado por el ser humano, hundido total o parcialmente en una masa de agua (mar, río, lago, embalse...). Un pecio puede ser producto de un accidente marítimo, naufragio o catástrofe natural, pero también puede ser ocasionado por abandono, hundimiento intencional, descuidos o negligencias. Los pecios más frecuentes son navíos naufragados.
El patrimonio cultural subacuático se trata de una valiosa fuente de información histórica con unas características únicas.
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